Ciudad de México, 23 de ene (SinEmbargo).- La Organización Mundial de la Salud (OMS) mostró un panorama complicado para 17 padecimientos olvidados en gran parte del mundo, llamados «enfermedades tropicales desatendidas». La escasez de medicamento y la falta de atención representan el mayor problema para «acorralar» a estos males que representan la vergüenza de la humanidad.
En su último informe, en donde presentó procesos aplicados sin precedente en contra de estas enfermedades, destacó su optimismo para erradicar a más tardar en 7 años a la dracunculiasis y la enfermedad del pian.
OPTIMISMO Y ESTANCAMIENTO
El nombre lo dice todo: «enfermedades tropicales desatendidas». Los males que entran en esta categoría tienen en común las regiones que azotan, las cuales invariablemente se caracterizan por sus problemas económicos que repercuten directamente en sus instituciones de salud pública.
Aparecen el dengue, la rabia y la lepra, que a pesar de los esfuerzos, siguen causando estragos entre la población mundial. Por ejemplo, cada año, 15 millones de personas son vacunadas tras recibir la mordida de un animal y aún así se registran unas 50 muertes anuales por esta causa en Asia y África.
Por su parte, la incidencia del dengue se multiplicó 30 veces en el último medio siglo, y se extendió por África y América Latina, alcanzando un «potencial epidémico mundial», según la OMS.
Los casos anteriores ponen en evidencia la dificultad para eliminar y erradicar este tipo de enfermedades, a pesar de ser catalogadas como «fácilmente tratables». La eliminación se encuentra un paso detrás de la erradicación y con ella significa que no hay casos registrados de un padecimiento, mientras que la erradicación ataca también a los factores potenciales que la provocan, causando su desaparición. Algo difícil de lograr en donde las condiciones de vida representan un peligro constante para sus habitantes.
A pesar del poco presumible nombre de esta categoría, la OMS mantiene su optimismo y en su informe describe seis metas para la eliminación de cinco enfermedades en 2015 y otras 10 metas para nueve enfermedades en 2020, ya sea a escala mundial o en determinadas zonas del planeta.
La directora general de la OMS, Margaret Chan, incluso se vio triunfalista. «Las perspectivas de éxito nunca han sido tan buenas (…) Muchos millones de personas están siendo liberadas de la miseria y de la incapacidad que han mantenido a la población sumida en la pobreza, generación tras generación, desde hace siglos».
No obstante, hay casos en que las «enfermedades tropicales desatendidas» son opacadas por otros padecimientos catalogados como epidémicos, como el VIH y la tuberculosis. En países como Congo, Chad y República Democrática del Congo, por ejemplo, esta situación hace difícil que las enfermedades tropicales desatendidas se conviertan en una prioridad para los gobiernos locales.
La lista del organismo mundial es redondeada por padecimientos como la tracoma, úlcera de Buruli, treponematosis endémicas (incluido el pian), enfermedad de Chagas, tripanosomiasis africana humana, leishmaniasis, teniasis o cisticercosis, dracunculosis (enfermedad por el gusano de Guinea), equinococosis o hidatidosis, trematodiasis de transmisión alimentaria, filariasis linfáticas, oncocercosis (ceguera de los ríos), esquistosomiasis (bilharziosis) y helmintiasis transmitidas por el suelo. Algunas de ellas podrían prevenirse y curar fácilmente con higiene y antibióticos, pero no ocurre así.
DONACIONES Y COLABORACIÓN
De acuerdo con la OMS, la donación de medicamentos y el financiamiento organizado por parte de asociados internacionales ha ayudado a emprender iniciativas y aplicar medidas rápidas contra estos padecimientos. Algunas donaciones de medicamentos, como las que hacen las farmacéuticas para la enfermedad del sueño, resultaron ser una gran aportación. No obstante, hay casos en los que estos fondos (como el caso de AmBisome, el fármaco contra la leishmaniasis visceral que hace la compañía farmacéutica Gilead) son insuficientes y muy limitados.
La solución o, al menos, una alternativa a esta problemática de escasez podría encontrarse en el referente del caso de meningitis de 2006, cuando la OMS lanzó una urgente llamada de socorro ante la escasez de vacunas contra esta enfermedad en el llamado “cinturón de la meningitis”, en África.
Entonces ninguna multinacional respondió, pero sí lo hicieron Cuba y Brasil, quienes desarrollaron un nuevo método de fabricación de la vacuna existente de los laboratorios Sanofi Pasteur. Al final, el precio del producto en los países americanos fue de 0.7 euros (aproximadamente 11.7 pesos), lo cual resultó sumamente accesible comparado con los 60 euros (poco más de mil pesos) que costaba entonces la vacuna más usada en los países desarrollados.
De acuerdo con la revista Science, la alianza brasileño-cubana permitió desde entonces fabricar 19 millones de vacunas que se han enviado a países como Mali, Etiopía, Burkina Faso o Nigeria y, sin duda, representan una alternativa viable para el problema de las donaciones por parte de los laboratorios privados.